¿Sabes a quién le toca la soledad?
A esas almas nobles que siempre dieron sin medir,
a quienes ofrecieron su tiempo, su escucha y su ternura,
y aun así terminaron con las manos vacías.
Le toca a quien creyó en las palabras sinceras
y descubrió, tarde, que no todos saben sostenerlas.
La soledad abraza a los de corazón limpio,
a los que amaron sin condiciones,
a los que perdonaron una y otra vez
hasta que el alma les dijo “basta”.
A los que fueron refugio para muchos
y no encontraron refugio cuando lo necesitaron.
Le toca a quienes entendieron que no se puede
pedir amor donde solo hay interés,
ni esperar lealtad de quien solo sabe estar de paso.
A esos seres que sienten más de lo que deberían,
que callan para no herir,
y que muchas veces lloran en silencio para no preocupar a nadie.
La soledad se sienta junto a ellos,
no para castigarlos, sino para enseñarles a cuidarse,
a escucharse, a elegir mejor a quién entregar su luz.
Porque a veces la soledad no llega por falta de amor,
sino por exceso de bondad.
Y aunque duela, también es ahí,
en ese silencio, donde el alma se reencuentra consigo misma
y aprende que no todo lo que se pierde,
es realmente una pérdida. 🌙
reflexión ^ es ✓

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