No quiero ser un estorbo en mi vejez.
No quiero que mis hijos sientan que cuidarme es una carga, ni que mis nietos me vean como alguien que solo espera a que pase el tiempo.
Por eso hoy, en esta edad en la que aún tengo fuerzas, estoy aprendiendo a cuidar de mí, a no depender de nadie más de lo necesario.
No quiero llegar a vieja con amarguras acumuladas, reprochando lo que no me dieron o reclamando atención a la fuerza.
Quiero envejecer con dignidad, con mis cosas en orden, con la conciencia tranquila de que viví como quise y no como otros me dijeron.
Ojalá, cuando mis manos tiemblen y mis pasos sean lentos, mi compañía sea buscada y no tolerada.
Ojalá, si me ayudan, sea por amor y no por obligación.
Y para eso, hoy me preparo… porque no quiero ser un estorbo, quiero ser una presencia que deje paz cuando esté y un buen recuerdo cuando me vaya.
✓ Reflexión ^ es.

No hay comentarios:
Publicar un comentario